Más de 2.2 millones de personas apagaron la luz durante una hora el 31 de marzo de 2007 en Sídney, Australia, como forma de mostrar su preocupación sobre el cambio climático a su gobierno. A partir de entonces, esta acción fue replicada en marzo de cada año, dando origen a la “Hora del planeta”, siendo adoptada cada vez por más ciudades en el mundo en las cuales millones de personas participan en actividades de conservación y donde monumentos emblemáticos como la torre Eiffel, la Basílica Vaticana y el London Eye apagan sus luces durante una hora.
Desde 2010 la “Hora del planeta” se realiza en Bolivia con la participación activa de gobiernos locales, organizaciones civiles, universidades, empresas, estudiantes y voluntarios, que cada año destacan temas particulares que deben ser considerados para disminuir nuestro impacto en el ambiente. Este año en Bolivia la temática elegida fue el reciclaje y la gestión de residuos. En gran parte del territorio nacional se organizaron actividades centradas en la economía circular, la reutilización de residuos, la reducción de plásticos y la limpieza urbana con la participación de 130 organizaciones juveniles en más de 35 eventos centrales que tuvieron lugar en al menos 35 ciudades.
Si lo pensamos bien, este evento que genera una respuesta tan masiva en la población, en especial en los jóvenes, tiene muchísimo potencial para aprovechar todo ese entusiasmo en acciones de conservación que vayan más allá de lo simbólico y que tengan efectos a largo plazo, respondiendo a la pregunta de quienes cuestionan el efecto de acciones como el apagado de las luces ¿Realmente podemos generar un impacto positivo sobre el ambiente en una hora?
A nivel mundial, las acciones simbólicas desde la sociedad civil en la “Hora del Planeta” a lo largo de los años se han traducido en acciones más concretas de conservación, como la formulación de una ley de protección de mares en Rusia (2012), el apoyo a la creación de áreas de conservación como el área marina protegida más grande de Argentina, el Banco Namuncurá, de 3,4 millones de hectáreas (2013), la prohibición del uso de envases de plástico en las islas Galápagos (2014) y la conservación de 5 millones de kilómetros cuadrados de ecosistemas marinos en la Polinesia Francesa, lograda a partir de la presión pública (2018).
En este mismo sentido, este año se asumió el desafío de pasar del simbolismo a la acción en el evento principal de la “Hora del Planeta” en Tarija. Para esto, WWF y NATIVA con la colaboración del Centro de Educación Ambiental “Bientefue”, tomando en cuenta la temática de este año, organizaron la limpieza y forestación de dos bosques urbanos que están siendo recuperados como espacio público a través del proyecto “Acción Ciudadana por el Río Guadalquivir” ejecutado por Nativa y Gobierno Municipal de Tarija, con el apoyo de WWF y de la Embajada de Suecia. La actividad contó con la participación de aproximadamente 200 personas pertenecientes a 11 organizaciones de voluntarios y 4 unidades educativas, además de vecinos y personal técnico de apoyo. Durante un poco más de una hora, el pasado 16 de marzo se realizó la limpieza de ambos espacios y se llegaron a plantar 250 plantines que van a generar un impacto positivo a largo plazo.
Con esta actividad también se comienza a visibilizar a los bosques urbanos como espacios públicos no solamente desde su valor recreativo y/o de conservación sino como lugares que ofrecen oportunidades de participación para que la ciudadanía pueda ser protagonista del mejoramiento de su ciudad desde el voluntariado, la educación, la organización vecinal y el trabajo interinstitucional.