El municipio de Roboré, situado al este del departamento de Santa Cruz, en la ecorregión chiquitana, y en el corazón del Gran Paisaje Chaco – Pantanal, al igual que varios municipios de la región, enfrenta a una de las crisis ambientales más catastrófica de los últimos años: protagonizado por una serie de incendios forestales que han devastado su riqueza natural y cultural durante 140 días, desde el 19 de junio de 2024. A medida que el fuego arrasa con los bosques y amenaza la vida de sus habitantes, el municipio, sus comunidades y las áreas protegidas han mostrado una notable fuerza, capacidades y determinación para proteger su territorio y otras zonas de alto valor ecológico como el ACIE Ñembi Guasu, bajo una importante mirada de paisaje, donde sin importar los limites los fuegos deben atenderse.
La problemática de los incendios en Roboré es multifacética. Entre los factores más relevantes se encuentran las condiciones climáticas, donde el cambio climático ha exacerbado sequías prolongadas, elevación de temperaturas y vientos de mayor velocidad, creando un entorno propicio para la propagación del fuego. Las prácticas agrícolas, como el chaqueo tradicional, fogatas de cacería y quemas para la extracción de miel, han sido prácticas históricas en la región, pero su intensificación ha contribuido a la iniciación de incendios. Además, en años recientes ha surgido una tendencia preocupante en la que se provocan incendios intencionadamente para facilitar la titulación de terrenos ocupados ilegalmente, generando lucro a través de la venta de tierras quemadas para producción.
Foto: Jorge Sea
Foto: Jorge Sea
Los incendios forestales que han asolado el municipio de Roboré y la ecorregión de la chiquitanía, chaco y Pantanal en general, han dejado una huella profunda, producto de su magnitud, intensidad y duración. Entre los daños más significativos, se destacan las graves afectaciones a la infraestructura de agua potable, con cañerías de toma destruidas que comprometen el acceso a este recurso esencial para las comunidades. Asimismo, se han perdido maquinarias y vehículos, vitales para las actividades económicas y cotidianas de los habitantes, mientras que las viviendas han sufrido daños considerables, dejando a muchas familias en condiciones precarias. En el ámbito agrícola y medios de vida, las perdidas en los sembradíos y sitios para subsistencia son alarmantes, el ganado ha sido otra de las víctimas, con numerosas pérdidas que impactan directamente en la subsistencia de los productores locales. Además, la fauna y flora han sido arrasadas en grandes extensiones, y las especies que habitan estos bosques seguramente tardarán siglos en recuperarse. Este daño ecológico no solo afecta la biodiversidad, sino que también altera el equilibrio ambiental, poniendo en riesgo la salud del suelo y la calidad del aire, convirtiendo la devastación de los incendios en un recordatorio de la fragilidad de estos ecosistemas.
En el contexto de los incendios forestales de 2024, el municipio de Roboré, que abarca una superficie total de 703,834 hectáreas, ha sufrido un impacto significativo, con 118,819 hectáreas quemadas, lo que representa el 16.88% de su territorio. En comparación, el municipio de San José de Chiquitos, con una extensión de 2,200,000 hectáreas, ha experimentado la pérdida de 119,354 hectáreas, lo que equivale al 5.42% de su superficie. Esta comparación resalta la gravedad de la situación en Roboré, donde la proporción de terreno afectado por el fuego es considerablemente mayor, además de la fragilidad del ecosistema y la transición al chaco en la zona del ACIE Ñembi Guasu.
El municipio de Roboré se destaca como un ejemplo en la gestión de incendios forestales, evidenciando sus fortalezas en la respuesta a esta crisis. Contando con una ley municipal de gestión de riesgos, aprobada y promulgada por el consejo municipal, se ha establecido un marco normativo que mejora la organización y la administración de los recursos económicos, facilitando una gestión más eficiente ante los incendios. Además, desde 2022, el Gobierno Autónomo Municipal (GAM) de Roboré ha implementado procedimientos y protocolos de atención de emergencias, que han demostrado ser fundamentales para una respuesta rápida y efectiva ante incidentes. Estos protocolos optimizan el trabajo de guardaparques, cuadrillas comunales e instituciones colaboradoras, garantizando que los esfuerzos de combate y prevención de incendios se realicen de manera coordinada y eficaz. La combinación de estos elementos posiciona a Roboré como un modelo a seguir en la lucha contra los devastadores incendios forestales.
Las comunidades de Roboré están firmemente comprometidas con la defensa de sus recursos naturales, organizándose en cuadrillas de bomberos forestales altamente capacitadas y con una sólida capacidad de respuesta. En la gestión actual, el apoyo constante y sacrificado de 15 comunidades ha sido crucial en esta lucha. Estas brigadas comunales incluyen a Santiaguito, Quitunuquiña, Yororobá, Aguas Calientes, Los Sotos, Naranjos, Limoncito, San Manuel, Chochis, Peniel, Portón, Santiago de Chiquitos, San Lorenzo Viejo, San Lorenzo Nuevo, San Lorenzo de Tucabaca y Aguas Negras.
La mayoría de estas cuadrillas cuenta con una amplia experiencia en diversas funciones relacionadas con el combate de incendios forestales, lo que les permite realizar su labor de manera efectiva y eficiente. Además, su profundo conocimiento del terreno y de la complejidad de la vegetación local resulta invaluable, ya que les permite guiar a otros bomberos y orientarlos sobre los peligros asociados con el desplazamiento en el campo.
En el municipio de Roboré, la presencia de tres áreas protegidas —la UCPN Tucabaca, administrada por el gobierno departamental de Santa Cruz; el ACIE Ñembi Guasu, bajo la gestión del gobierno indígena originario de Charagua que limita con el municipio; y otra área protegida a nivel municipal que es fundamental para la conservación y protección del entorno natural. Estas áreas cuentan con guardaparques altamente capacitados que desempeñan diversas funciones, desde la protección y conservación de la biodiversidad hasta la educación ambiental. Sin embargo, en los últimos años, su rol como bomberos forestales ha cobrado una relevancia crítica.
Los guardaparques no solo defienden sus áreas protegidas de incendios, sino que también extienden su apoyo a los incendios que se producen en el municipio en general. En el transcurso de 2024, han estado presentes en seis de los siete complejos de incendios registrados, asumiendo un papel protagónico en la lucha contra el fuego. Su experiencia y liderazgo son esenciales en la planificación y ejecución de las operaciones de combate, lo que demuestra su capacidad para coordinar grupos de trabajo en situaciones de emergencia.
Un caso destacado es la cuadrilla Ñembi-Nativa, conformada por guardaparques del ACIE Ñembi Guasu y bomberos contratados por la Fundación NATIVA. Esta unidad ha demostrado una notable efectividad en la respuesta a incendios, incluso enfrentando un complejo que comenzó en la zona conocida como «La Escobita» y que amenazó tanto al río Aguas Calientes como al bosque ribereño. A pesar de los desafíos, estos profesionales se movilizan rápidamente para controlar los incendios y mitigar su impacto, mostrando un compromiso inquebrantable con la protección de su entorno.
La vasta experiencia de los guardaparques y su formación continua en el manejo de incendios forestales les otorgan una ventaja significativa en el terreno. Su capacidad para actuar como primera respuesta y liderar operaciones en incendios de gran magnitud subraya la importancia de su labor en la conservación del patrimonio natural de Roboré y el bienestar de sus comunidades.