El Chaco Boreal puede sonar muy extraño, pero es la forma en que nos referimos los paraguayos a este extenso territorio, cargado de leyendas, cuentos tradicionales y lamentables guerras que incluso venían siendo desarrolladas por los indígenas locales ante el avance de la colonización española ya en otros tiempos. Hasta los años 1990 prácticamente, el Chaco paraguayo correspondía a un gran territorio salvaje, con mucha naturaleza y hasta incluso pueblos originarios no contactados aún por la sociedad moderna.
Los cambios tecnológicos en la agricultura y la creciente demanda de alimentos condujeron a una serie de eventos que designaron al Chaco como el epicentro del avance de la frontera agrícola desde esos años 90. Poco a poco, los crecientes establecimientos productivos fueron marcando el territorio con cicatrices peculiares, en forma de damero de ajedrez, donde se desarrollaron principalmente pasturas para el ganado y actualmente también cultivos agrícolas.
Vimos cómo los grandes parques nacionales que antes no se podían ubicar en el mapa, actualmente están ya delimitados por este cambio de uso. En la región tenemos los principales parques y otras áreas protegidas que oficialmente suman 1,7 millones de hectáreas. Sin embargo, son muy frágiles, no poseen recursos ni personal en cantidad adecuada y aún no se puede garantizar su conservación, así como tampoco la tenencia misma de la tierra en su extensión oficial. Hoy día se calcula que, con suerte, se llega a 1,4 millones de hectáreas.
Eso nos condujo a actuar, y durante muchos años pudimos ir midiendo los cambios del paisaje y evaluando sus necesidades de conservación. En los últimos años, trabajamos en una gran alianza entre WWF Paraguay, WWF Holanda, UICN Holanda y muchos socios bolivianos, entre ellos NATIVA, con quienes ya veníamos trabajando juntos desde hace un tiempo. Este proyecto denominado PACHA (Pantanal – Chaco) fue muy desafiante, pues apuntó a desarrollar trabajos de incidencia directa en las políticas públicas que hacen a la conservación de la naturaleza.
Para saber más del proyecto PACHA, puedes leer este artículo: https://nativabolivia.org/la-iniciativa-pantanal-chaco-llega-a-su-fase-final-dejando-importantes-logros-para-la-region/
El proyecto PACHA fue muy importante, porque las políticas públicas se construyen con la gente, ya no se pueden imponer más de forma arbitraria y vertical, sino que debe ser acordado y validado con la gente local. Y la gente demostró una gran preocupación por el futuro de esta región, pues los cambios son tan súbitos que ellos mismos pueden quedar desplazados en su propia tierra. Y no estamos hablando solamente de los pueblos indígenas, sino también de comunidades de pescadores y de todos los ámbitos sociales de la región.
Al finalizar este gran proyecto tuvimos muchas satisfacciones porque observamos justamente una maduración, un nivel muy elevado de la visión que la gente local expresó en los distintos trabajos y la necesidad de actuar juntos. Esa visión nos condujo automáticamente a establecer esta visión del Gran Paisaje, un lugar privilegiado de nuestro planeta donde la naturaleza y su gente pueden vivir en armonía y en desarrollo sustentable.
Desde este punto de vista, tenemos que las enormes áreas protegidas y de manejo comunal integrado de Bolivia, que comprende la mayor extensión, necesitan seguir conectadas biológicamente con las áreas paraguayas. En Paraguay, a pesar del avance de la frontera agrícola y la menor extensión de áreas protegidas, tenemos aún una muy rica y abundante fauna. Esta fauna puede comprender desde guanacos al oeste, el armadillo gigante, el oso hormiguero gigante, las mayores poblaciones de jaguareté de la región, fuera del Amazonas; tapir de llanura, los pecaríes, siendo el único lugar con las tres especies de pecaríes sudamericanos incluyendo al pecarí chaqueño; y ya hacia el pantanal, la nutria gigante y el ciervo de los pantanos, que representan una muestra invaluable de esta rica fauna.
Estos corredores biológicos, en la práctica se convierten en corredores bioculturales, más aún considerando la presencia de pueblos aún no contactados, y los demás pueblos que necesitan mantener su relación cultural-histórica con la naturaleza. El Gran Paisaje y la visión de conservar grandes núcleos naturales e inter-conectarlos de forma segura, planificada y eficiente, puede garantizar muchos años de mantenimiento de estos corredores bioculturales tan necesarios para la conservación de la identidad y lengua de los pueblos originarios. Entre esas lenguas, algunas se consideran también en peligro de extinción global, tal como las distintas formas del Yshir y el Ayoreo, ambas de la familia lingüística Zamuco.
Por suerte, hoy en día también existe otras visiones sobre la producción de carne y granos y sobre la producción de alimentos en general. Esto también nos condujo a trabajar con esas áreas privadas entre los parques nacionales y áreas protegidas, puesto que el futuro de la biodiversidad depende de ellos, debido a la necesidad de mantener estos corredores bioculturales en suficiente cantidad y forma. Para ello estamos desarrollando los incentivos que sostendrán estas iniciativas y pueden dar un valor agregado a la producción de alimentos sanos, que conservan biodiversidad y culturas locales.
En definitivas, esta visión apenas es la punta del iceberg que tenemos. Necesitamos todavía trabajar mucho, claro está, pero eso nunca fue el problema. Ahora tenemos un norte a donde queremos llegar, y un vasto, enorme, Gran Paisaje que conservar.