Por: Roberto Mobarec Clavijo y Giovanni Rios Cordero
LOS ESTUDIOS PALEONTOLÓGICOS EN TARIJA Y SU IMPORTANCIA.
La región de Tarija y en particular el Valle de Tarija han intrigado a locales y foráneos desde antes de la fundación de nuestro país, por la gran diversidad de fósiles expuestos en sus antiguas rocas y sedimentos.
Los primeros cronistas españoles como Diego Ávalo y Figueroa señalaban en su obra de 1602 que en Tarija existían osamentas fósiles de enormes animales, que los pobladores las creían como pertenecientes a «Gigantes» que otrora habitaron estas tierras, o en otros casos las relacionaban con las mágicas propiedades del suelo de Tarija que tenían el poder de «hacer crecer» los huesos. Este tipo de historias y mitos creados, acuñaron la célebre frase “Tarija Tierra de gigantes”.
Posteriormente, Alcide d’Orbigny realizó las primeras colectas científicas de fósiles de vertebrados de Tarija, que serían estudiados en 1842 por Laurillad.
En el año 1846 el Botánico francés Hugh Algernon Weddell, recorrió Tarija durante 5 meses descubriendo cerca de 15 especies de mamíferos fósiles que serían estudiados por P. Gervais y cuyos resultados serían publicados en 1855.
El célebre paleontólogo argentino, Florentino Ameghino publicaría en 1902 los análisis de fósiles colectados en Tarija entre los años 1886 y 1887 por E. De Carles. Estos fósiles se encontrarían actualmente resguardados en Argentina, tanto en el Museo de Historia Natural de La Plata como en el de Buenos Aires.
En 1901 el Barón sueco Erland Nordenskiöld llega a Bolivia para realizar estudios con especial énfasis en etnografía, organizaría algunas campañas en el Valle de Tarija para recuperar fósiles de mastodontes trasladados al Museo de Historia Natural de Estocolmo.
Los hermanos tarijeños, Luis y Rosendo Echazú se consideran los primeros bolivianos en excavar fósiles y conformar una gran colección de unos 20.000 fósiles que sería vendida parcialmente a museos de Argentina, Francia y Estados Unidos. Los fósiles que quedaron en Bolivia están almacenados en las colecciones de La Paz y Tarija.
La expedición de 1903 de Georges de Créquí-Monfort, fue la encargada de trasladar parte de la colección adquirida a los hermanos Echazú, hasta el museo de Historia Natural en París, fósiles que serían estudiados por A. Thevenin y Mareclín Boulé, quienes publican en 1920 la obra titulada Mamíferos Fósiles de Tarija.
Entre los años 1924 a 1927 el Field Museum de Chicago, Estados Unidos, encarga al célebre paleontólogo Elmer Samuel Riggs, la conformación de varias expediciones en búsqueda de fósiles de Tarija, que se llamarían “Expediciones de campo del Capitán Marshall” (Captain Marshall Field Expeditions).
En la década de los 50 y 60 el padre Jesuita nacido en Alcoya – España, Antonio José María Sempere, conforma una colección de fósiles en el Museo de Colegio San Calixto de la Paz, se cree que fue el mediador para que los fósiles de los hermanos Echazú llegaran a La Paz. Más tarde en 1980, tras la fundación del Museo de Historia Natural de La Paz a cargo del también Jesuita Padre Javier Cerdá Durá, los fósiles de vertebrados en colecciones de La Paz son transferidas a esta nueva institución, donde actualmente son resguardados.
En 1944 Leonardo Branisa, ingresó a Bolivia a través de la ciudad de Villazón con rumbo a Potosí, animado por los locales decide visitar la ciudad de Tarija, y posteriormente residiría impulsado por las grandes similitudes con su tierra natal Eslovaquia. Es contratado como encargado de la Biblioteca Municipal, donde se anoticia de la presencia de grandes huesos fósiles, su curiosidad por ellos lo llevaría a estudiar por muchas décadas la paleontología de Tarija y de Bolivia, descubriendo nuevas especies y colaborando con paleontólogos extranjeros que llegaban al país.
El paleontólogo francés especialista en mamíferos pleistocenos Robert Hoffsteter llega a Bolivia en el año 1949, y realiza sucesivas expediciones hasta la década de los años 80. Fue un buen amigo de Leonardo Branisa y junto a él descubrieron algunos de los sitios paleontológicos más importantes del país. En 1962 revisa varias colecciones con fósiles de mamíferos de Tarija, que incluyen las colecciones de los Museos de La Paz y Tarija, y otras privadas como la del colegio Antoniano de Tarija y la del Padre Barreta en Padcaya, además de los datos de la expedición de Edwar Riggs de 1925. En 1963 publica el trabajo titulado «La faune pleistocena de Tarija», donde numera 49 géneros de mamíferos de Tarija.
Después de ocho años de construcción y otros diez años de papeleos burocráticos, el 15 de abril de 1959, se inaugura oficialmente el Museo Municipal de Tarija. El año 1964 sería traspasado a la Universidad Autónoma Misael Saracho de Tarija, y en 1994 se lo elevó al grado de Museo Nacional Paleontológico y Arqueológico. En estas más de seis décadas, el Museo ha sido el principal protector del patrimonio paleontológico nacional en el territorio de Tarija, y se ha convertido en un referente mundial para la comunidad científica.
En 1978 un equipo de expertos paleontólogos japoneses liderados por el Dr. Masanaru Takai, realizan excavaciones de uno de los mastodontes expuestos actualmente en el Museo Nacional Paleontológico Arqueológico de la ciudad de Tarija.
A inicios de los años 90, el geólogo Federico Anaya desde el Museo de Historia Natural de La Paz, inicia una serie de estudios sobre la paleontología del Valle de Tarija. Junto a los norteamericanos Bruce McFadden y Bruce Sockey publican varios trabajos a cerca de los fósiles de los mamíferos de Tarija.
El año 1990 Freddy Paredes Rios, se hace cargo de la dirección del Museo Nacional Paleontológico y Arqueológico de Tarija, generando publicaciones científicas junto a varios Paleontólogos extranjeros como Alfredo Zurita, Eduardo Tonni, Mauro Coltori, Jacopo Della Fazia, entre otros.
Gilberto Juárez nacido en la localidad de La Victoria – Tarija, en la actualidad estudia las faunas cámbrico – ordovícicas del sur de Bolivia, con un interés importante en los trilobites.
En el año 2021 Roberto Mobarec Clavijo se hace cargo de la dirección del Museo Nacional Paleontológico y Arqueológico de Tarija, que había permanecido cerrado por más de un año, para inyectar fuerza renovada y continuar con los importantes retos paleontológicos.
PALEONTOLOGÍA DE TARIJA Y LA IMPORTANCIA DEL BARRIO CATEDRAL
Muchos de los fósiles colectados en Tarija pertenecen a gigantescos mamíferos del pleistoceno conocidos como Megafauna, varios de ellos son nativos de América del Sur, como los Xenarthros Glyptodonte y Megatherium emparentados con los perezosos y osos hormigueros actuales, o la extraña Macrauchenia similar a un robusto huanaco con una extraña trompa corta. Otros animales de esta megafauna llegaron desde América del Norte luego de habilitarse el paso terrestre de panamá, y se incluyen los gonfoterios como Cuvieronius (elefantes ancestrales), o los hipercarnívoros como el tigre dientes de sable llamado Smilodon y osos como Arctodus. El intercambio de esta fauna duró varios millones de años permitiendo que llegaran a nuestro territorio los antepasados de las llamas, pecaríes, zorros, jaguares, pumas, caballos primitivos, entre muchos otros, de la misma forma, paralelamente, en América del Norte se establecían grupos como armadillos, perezosos y zarigüeyas.
La gran parte de esta fauna se extinguió hace unos diez mil años, y se cree que uno de los importantes factores que contribuyó en esta desaparición fue la llegada del homo sapiens al continente. Uno de los registros más antiguos de Bolivia es el “Hombre de San Luis”, descubierto en la localidad homónima y cuyo fósil se encuentra en exposición permanente en el Museo.
Una gran parte de los hallazgos realizados en el valle de Tarija coinciden con las actuales zonas urbanizadas. El barrio catedral es un sitio emblemático en donde se realizaron muchos de estos descubrimientos. Así, por ejemplo, se descubrió un caparazón que incluye la pelvis de un Gliptodonte, un Gliptodonte semicompleto y un Scelidotherio (Catonix Tarijensis), que corresponde a una variedad de perezoso gigante. Todos estos importantes descubrimientos se exponen en el Museo Nacional Paleontológico Arqueológico de Tarija.
Como consecuencia del crecimiento urbano, existen muy pocos sectores que aún conservan terrenos en estado natural y libres de construcciones. El barrio Catedral posee un área verde donde se despliegan terrenos cuaternarios que exhiben un paisaje natural, que junto con la cobertura vegetal reproducen el ambiente en donde se encontraron los hallazgos mas importantes. Los sedimentos que afloran en esta zona, pertenecen a los antiguos materiales que se depositaron en los lagos junto con los restos de la megafauna y que finalmente conservaron, en forma de fósiles, este importante registro de la vida del pasado.
Contar con un espacio natural que permita reproducir y mostrar los procesos geológicos junto con los registros de la vida del pasado, en un sector que actualmente se encuentra urbanizado, es un privilegio y al mismo tiempo una gran oportunidad para mostrar el patrimonio natural de Tarija y en particular su inmensa riqueza paleontológica. Por este motivo, la conservación de estas áreas verdes resulta de gran importancia. Este tipo de terrenos naturales se van enriquecidos si pueden mostrar su historia natural en forma de infografías, letreros y más aún si se puede incluir algina replica de la megafauna del pasado.
En ese sentido, el Museo se identifica con este tipo de espacios y colabora con la construcción de una réplica de un Gliptodonte y el asesoramiento técnico del texto y las figuras que permitan que el visitante pueda reproducir e imaginar los procesos naturales del pasado y valorar su patrimonio.
Terrenos Cuaternarios de origen lacustre que contienen fósiles de la megafauna de Tarija
Catonix, una variedad de perezoso gigante. (dibujo por: José Blanco)
Gliptodonte (Replica que se reproducirá en el Barrio Catedral)
Especímenes descubiertos en diferentes barrios de Tarija. Muchos provienen del Barrio Catedral