La pandemia del coronavirus está teniendo efectos sin precedentes en la vida cotidiana de las personas, esta realidad no es ajena en el área rural donde la vida depende de actividades como la agricultura, ganadería, apicultura entre otras, que constantemente se encuentran bajo presión a los cambios como los efectos directos e indirectos del cambio climático. Si hablamos de la región chaqueña no podemos dejar de mencionar la sequía, a esto se suma el riesgo de incendios, cambios en el clima que inciden en condiciones favorables para el desarrollo de patógenos. En este escenario de constantes presiones, ahora se suma uno más: el coronavirus, pandemia que esta castigando a toda la humanidad cuyos efectos sin duda se viven desde distintas ópticas hablando de campo y ciudad.
Si damos una mirada al ámbito rural del Gran Chaco podemos tratar de dimensionar los efectos, evidenciando asimetrías campo-ciudad desde el acceso a información. En el ámbito rural la información llega principalmente, y a veces únicamente, vía radio, la cual es un medio de comunicación alcanza todos los rincones, a diferencia de la televisión y el internet las cuales siguen siendo una tecnología poco democratizada.
Si bien las faenas cotidianas de campo se siguen realizando, estas están siendo limitadas, como nos menciona Don Silvio Yepez de la comunidad de Capirenda quien conversando nos dice:
Se nos limitó el movimiento para las diferentes actividades, por ejemplo, en la ganadería en la llanura con la sequía, es necesario acarrear forraje para tener en reserva y dotar en la alimentación del ganado. No se puede ir a regar algunos potreros, acarrear agua, tampoco se ha podido comprar alimento (maíz) para el ganado ya que para esto necesitamos ir a otras comunidades. Tampoco se puede mover animales, el faenado de ganado bovino diario ha disminuido a 10 o 15 animales en el matadero de Villa Montes. Los ganaderos no logran vender y esto repercute en los ingresos de la familia tanto para la compra de alimentos como en la posibilidad de contratar personal de la comunidad por jornales, para las diferentes tareas en sus propiedades. Y este efecto negativo en las familias de los comunarios que no encuentran trabajo.
La misma realidad nos expresa Don Daniel Coca de la Comunidad de Capirenda, que además menciona la dificultad que significa tener un solo día para salir desde sus comunidades distantes de la ciudad, teniendo muy pocas horas para abastecerse de todo lo que requieren en el campo, muchas veces el tiempo no es suficiente y muchos de los locales que les brindan insumos en el trabajo de campo se encuentran cerrados.
La problemática se extiende a todas las actividades en el campo, Don Silvio Yepez también nos comenta sobre la pesca, diciendo que a inicios del mes de mayo se solía levantar la veda de la pesca, estamos a finales de mayo y no se puede comercializar pescado a Villa Montes. Para muchos comunarios de Cutaiqui y zonas aledañas, la pesca es uno de los principales sustentos de la alimentación y economía en ésta época.
En cuanto a los a los apicultores la miel entregada en marzo a PROMIEL recién está siendo cancelada. Todas estas realidades hacen que:
los jueves cuando entra un camión a vender verduras y abarrotes a la comunidad de Cutaiqui (con precios accesibles), lamentablemente muchas familias están viendo pasar el camión porque no tienen dinero para comprar. No hay dinero circulante y se siente en todas las familias. Concluye Don Yépez.
Desde el punto de vista de un agricultor de pie de monte, la realidad es muy similar, conversando con Don Ubilmer Guzmán de la comunidad Puesto García, al comentarnos sobre la pandemia nos recuerda ya algunos problemas previos con los que se enfrentó su sector, tal es el caso que en octubre y noviembre la producción no se pudo vender debido a los bloqueos en el país, posterior a esto se tuvo una sequía sectorial por lo que algunos no pudieron sembrar, y por si fuera poco en enero el ataque de la langosta voladora, dando el golpe de gracia el COVID -19 desde marzo.
A la fecha se ha visto afectada la mecanización de la preparación de suelo y la siembra, no se podido controlar las plagas por la escasez de agroquímicos. Ya en la etapa de comercialización se enfrentan a problemas con restricción en la circulación, al pasar las trancas y controles en mercados, de igual manera hay mucha venta al fiado y el corto tiempo que se tiene de salida no permite realizar los cobros, con lo que se afecta más aun la economía.
Luis Chávez, piscicultor, también nos expresó la pérdida de su sector, la cual cayó en un 90% comparando con años de buena producción (50 Toneladas el 2018), la caída se debió a varios factores, desde el contrabando de pescado de la Argentina a lo que se suma ahora la afectación del Covid-19, donde se afectó el transporte para adquirir alevines y alimento, denotando su alta dependencia de insumos externos en el sector piscícola.
Ambos productores, tanto Don Luis y Don Ubilmer, demandan una mejor y mayor participación del sector campesino en el COEM y se despiden coincidiendo en una frase:
“Médicos necesitamos cuando nos enfermamos, arquitectos necesitamos para cuando vamos a construir nuestras casas y así sucesivamente, pero sin embargo al campesino se lo necesita todos los días tres veces al día, en el desayuno, en el almuerzo y en la cena”.