La importancia de los bosques es insoslayable, todas y todos necesitamos del bosque para subsistir, por las características y aportes únicos que presenta. Por ejemplo:
Los bosques en peligro de muerte
Sin embargo, la situación de los bosques se ha vuelto cada vez más crítica. Según datos de la FAO, América Latina alberga el 84% de los bosques naturales del mundo, no obstante, estos están amenazados por la deforestación y la degradación, entre muchos otros peligros. América Latina aglutina 935,5 millones de hectáreas forestales, lo que representa el 46,4% de la superficie total de la región (FAO), pero la región perdió 96,9 millones de hectáreas de bosque entre 1990 y 2015, según el informe ‘El estado de los bosques’ de la DW.
WWF indica que, en el mundo, la principal causa de la deforestación es la expansión de la frontera agrícola, incluyendo la ganadería comercial, la producción de aceite de palma y de soja, y las invasiones de los pequeños agricultores. La tala insostenible y la recolección de leña llevan a una espiral de degradación que finalmente conduce a una masiva deforestación. La minería, la energía hidroeléctrica y otros proyectos de infraestructura suponen otra amenaza importante, y las carreteras que se construyen para esos proyectos pueden tener un gran impacto indirecto, al abrir los bosques a los colonos y la agricultura. Otro daño colateral es el aumento de la frecuencia e intensidad de los incendios forestales.
¿Cómo podemos salvarlos?
Es posible producir cuidando el bosque, existen varios métodos que están siendo probados: una manera es mediante el Manejo Sustentable de Bosques y Tierras que supone una modificación gradual y ordenada de la composición florística y la estructura del bosque con un objetivo determinado: el establecimiento de silvopasturas, producción de madera y otros productos forestales, pero protegiendo la cuenca hidrográfica y conservando la biodiversidad.
Por otro lado, los sistemas silvopastoriles constituyen una modalidad de agroforestería pecuaria que combina la producción para la ganadería silvopastoril con árboles y arbustos de valor forrajero y forestal, esto les permite a los productores generar servicios ambientales y mejorar la calidad de vida de sus familias que dependen de las fincas ganaderas para su sustento.
En el Chaco Boliviano, también se vienen aplicando sistemas de producción ganadera que enfocan la disposición segura de ramoneo (cortado de las puntas de los árboles) para su uso diferido en invierno – primavera, favoreciendo al mismo tiempo la recuperación del monte y reposición del recurso forestal a través de una dinámica positiva de la vegetación.
El propósito de emprender acciones de mejoramiento en el monte no es solamente la de lograr la intensificación de la producción cualitativa y cuantitativa de carne bovina, sino también garantizar a mediano plazo la estabilidad de los frágiles ecosistemas del Chaco, única forma de mantener el aprovechamiento integral sustentable de los recursos silvopastoriles.
Silvopastura en el predio del ganadero Gumercindo Lescano
Por último, otro concepto que se está considerando en el Chaco para el manejo y la conservación de los bosques por especialistas del INTA Argentina es el MBGI, Manejo de Bosques con Ganadería Integrada, que es una tecnología de bajo impacto ambiental, que se apoya en una visión integral del ambiente, con el objetivo de mantener y mejorar el bienestar del productor y las comunidades asociadas, equilibrando la capacidad productiva del sistema, su integridad y sus servicios ecosistémicos. Actualmente se está aplicando este método también en el contexto del Chaco Boliviano, a través del proyecto “Vivir y Producir en el Bosque Chaqueño”, financiado por la Unión Europea en el marco del programa de bosques de EuroClima+.