Después del desastre o incluso antes que se liquide la última llama de fuego, empiezan a tomar fuerza diferentes iniciativas de reforestación, recuperación, repoblamiento, restauración, etc., todas con la mejor intención de restaurar el capital natural, social y económico de las zonas afectadas por los incendios. Sin embargo, es fundamental analizar las lecciones aprendidas del desastre del 2019, particularmente sobre los procedimientos y resultados alcanzados en la “recuperación de la Chiquitanía”, para no repetir lo que no salió bien.