La señora María Cristina Ortega Martínez, es una de las barrenderas más antiguas de EMAT (Entidad Municipal de Aseo en Tarija). Compartimos en este artículo un poco sobre lo que nos contó de su vida y su experiencia cotidiana en el desarrollo de su trabajo.
La señora María es una mujer migrante potosina de 50 años. Huérfana a los 8 años, quedó a cargo de una tía y a esa temprana edad tuvo empezar a trabajar en lo que pudo, renunciando a los juegos y la diversión de la niñez; es así que trabajó vendiendo dulces, como albañil, como acopiadora de piedra en el mirador Juan Pablo II a cambio de alimentos y finalmente ingresó a EMAT, donde trabaja como barrendera hasta la fecha. Tiene cuatro hijos, a quienes cría sola y aún apoya económicamente con sus estudios: Nohemi que estudia Secretariado, Marianela que estudia Confección de ropa deportiva, Luis que Estudia Comunicación Social y Carla Isabel que estudia Fisioterapia.
Cuando se le pregunta por sus sueños e ilusiones, expresa que uno de los más grandes es ver a sus hijas e hijo, profesionales e independientes y con una buena situación que les permita tener una vida digna y no sufrir las carencias que ella tuvo. Otro de sus sueños es aprender computación y tener internet en casa, porque ella aun no entiende cómo manejar la tecnología y está consciente de la importancia que tienen en la actualidad, además que ella podría informarse más, leer y aprender nuevas cosas y actualizarse. También dice que le gustaría viajar y conocer otros lugares, para descansar del trabajo, la rutina y relajarse.
La señora María, fruto de su esfuerzo y con el apoyo de una ong, logró tener casa propia y por ese motivo, otro de sus sueños es que sus hijos tengan la misma posibilidad a futuro.
Al conversar sobre su trabajo, nos comenta que su rutina de trabajo se inicia a las 3 de la mañana; en algunas ocasiones trabaja con el apoyo de sus hijos, primero, porque dice que ellos deben aprender a trabajar y conocer el valor del dinero que se gana de manera honrada y apreciar que todo lo que lograron tener, es fruto del trabajo que ella realiza. Segundo, por seguridad; a veces ella y las otras barrenderas van acompañadas de sus hijos o esposos, porque al salir de madrugada, en muchas ocasiones se encontraron con personas ebrias que las insultaron y maltrataron, les quitaron sus escobas, les patearon sus basureros, tirando nuevamente la basura a la calle y, en otras situaciones más extremas, algunas de sus compañeras fueron abusadas físicamente en el centro de la ciudad, en la Avenida Las Américas y en el calle la Paz; por lo que se vieron obligadas a denunciar a la policía pero sin suerte, porque siempre les pedían pruebas que ellas no podían dar; en horas de la noche es difícil reconocer a las personas y sobre todo sacar información o datos de personas ebrias, en la mayoría de los casos, ellos siempre se escapan.
La señora María, al igual que la mayoría de las mujeres barrenderas, vive en los barrios alejados del centro, motivo por el que corre muchos riesgos. Algunas barrenderas vienen caminando y otras en vehículo; por suerte ahora su situación mejoró, porque EMAT les da un bono de transporte.
Y ahora en tiempos de pandemia, nos comenta que aún sale a trabajar junto a sus compañeras. Su jornada de trabajo se inicia a las 3 de la mañana y finaliza al mediodía y luego regresan a sus hogares en cumplimiento de la cuarentena. Expresa que su trabajo consiste en realizar la limpieza de diferentes lugares de la ciudad, como el centro o casco viejo, zona del Mercado Campesino y alrededores y otros sitios que se les asignan.
Debido a la naturaleza de su trabajo, en general, siempre toman medidas de bioseguridad: usan uniformes especiales, barbijo y guantes, para evitar problemas de salud y lastimarse con algún objeto roto, de vidrio o residuos peligrosos. Ahora, reforzaron algo más sus medidas, tienen la vacuna H1 y, por norma, desinfectan sus uniformes antes de ingresar a sus casas, a la par de lavarse las manos y desechar sus barbijos.
En su percepción, la gente, en general, se está portando bien; es decir, se quedan en sus casas, sobre todo las que tienen niños que cuidar, es lo que pudo apreciar en su barrio. Pero también se ven muchos comerciantes informales que salen a vender a las calles hasta el mediodía y luego se van a sus casas; lo que llama la atención, según doña María, es que se ven más comerciantes que antes, por ejemplo, los que antes solían vender ropa usada, ahora están vendiendo verduras y frutas, sobre todo en la zona del mercado campesino.
En el barrio Las Palmas, que es donde vive ella vive, dice que también muchas señoras han sacado a las puertas de sus casas artículos de primera necesidad para vender, porque se han visto afectadas en su economía, al no poder salir a trabajar a sus fuentes de trabajo.
Una de las zonas más conflictivas es el mercado campesino y sus alrededores, allí la actividad comercial es casi normal. Doña María nos cuenta que las compañeras de EMAT están barriendo hasta cuatro veces al día. En la madrugada, al mediodía, en la tarde y en la noche hasta las 12:30 p.m. Hay mucha basura que queda por la intensa actividad comercial y porque a las personas no les importa botar en la calle, tampoco les preocupa, porque asumen que nosotros limpiaremos, expresa.
Todos los martes y viernes se desinfecta, y se pide ayuda a la intendencia para despejar a la gente; no obstante, indica doña María, es una pena, porque la gente sigue vendiendo y comprando y no se está haciendo caso a las reglas de las autoridades y cree que se debe a lo complicado de la situación, se afectó directamente la economía de las personas, sobre todo las que viven al día.
“Nosotras, como trabajadoras de EMAT, percibimos sueldo, motivo por el que ya no recibimos los bonos que está dando el Gobierno. Pero igual nos ha afectado la pandemia, porque debido a que solo se puede salir hasta el mediodía, ya no tenemos opción de realizar trabajos extra de limpieza que nos permitían ganar un dinero extra, porque nuestros sueldos son bajos. Nos parece muy triste la poca conciencia de la gente, que pese a que se recomienda que debemos ser limpios y cuidadosos debido al virus; en nuestro recorrido de limpieza por la calle encontramos tirados en el suelo muchos barbijos, guantes y envases de productos de limpieza y alcohol en gel, e incluso si uno pide a las personas que no boten y lleven a un basurero, nos contestan de manera arrogante, y contestan que para esos nos paga el Gobierno Municipal y que es nuestra obligación limpiar, así nos dicen algunas señoras que viven en el centro”.
Con relación al virus, nos informamos mediante la televisión y la radio, sobre todo. Algunas compañeras tienen facebook en su celular y ahí también reciben información. En lo personal, cuando llego a mi casa me desinfecto, dejo la ropa de trabajo fuera de la casa y dentro de mi casa estoy haciendo sahumerios con hojas de eucalipto, porque eso limpia el ambiente y porque tengo que evitar cualquier contagio en mi familia.
La conversación con la señora María, probablemente haya resultado para muchos, algo ya conocido y poco novedoso. Sin embargo, se pueden extraer de ella algunos aspectos que la población en general pasa por alto, pese a su importancia; por ejemplo:
Expresamos nuestra admiración, respeto y agradecemos infinitamente a esas mujeres recicladoras y barrenderas como la Sra. María por su trabajo. En este día de la madre, queremos rendir homenaje a las mujeres que cumplen una doble labor, dentro y fuera de su casa, porque sabemos que es necesario hacer visible este esfuerzo para que sea reconocido social y económicamente.